miércoles, 11 de mayo de 2005

¡Que viva el ICE!

La siguiente es una transcripción de una conversación que tuve con una funcionaria del ICE hace unos meses cuando mi señora quedó embarazada y decidimos que era hora de tener teléfono en la casa. Juro que es una historia verídica, más allá de la licencia poética que me tomé para embellecer el relato.

ICE: Buenos días, 115.

DC: Buenos días señorita, pero no me llamo 115.

ICE: 115 es el nombre del servicio que usted marcó.

DC: De esto podría escribir una historia sarcástica, pero no llamé para eso, así que mejor no continuemos esta discusión.

ICE: Perfecto, señor, en qué podemos servirle?

DC: Mire, señorita, vivo en San Eustaquio del Cuento Completo, y quisiera instalar una línea telefónica en mi casa. Llamo para averiguar lo que hay que hacer.

ICE: En primer lugar, regáleme la dirección de su casa para ver si le podemos ofrecer el servicio.

DC: De la Iglesia Católica de San Eustaquio del Cuento Completo, 700 metros al norte, 100 largos al este, 700 al sur, y otros 100 largos al oeste. Frente al palo de mango al costado este de la Iglesia. Casa amarilla de un piso con reja café y cochera doble. Mi taxi pirata está parqueado al frente.

ICE: Y usted, ¿quiere una línea analógica o una digital?

DC: No se, ¿me puede explicar la diferencia?

ICE: (con tono de “no sea tan bruto”). La línea analógica es la línea tradicional, básicamente sirve para hacer llamadas telefónicas.

DC: ¿Y para qué más podría servir?

ICE: La línea digital le sirve para transmisión de datos y de voz, de manera que es ideal para fax y para conectarse a internet vía modem. Además le ofrece otra serie de servicios adicionales como correo de voz, llamada en espera, identificación de llamada, desvío de llamada, llamada tripartita, etc.

DC: (con el rabo entre las piernas). ¡Ah! Ya veo. Y dígame una cosa, señorita, ¿cuál es el costo de una y de la otra?

ICE: No, las dos valen igual. Usted puede hacer la solicitud por teléfono y luego presentarse a una agencia del ICE con el número de transacción que yo le voy a dar y llevar 25,000 colones para el depósito. ¿Qué tipo de línea quiere?

DC: Señorita, ¿usted cuál cree que quiero?

ICE: No se, señor, ¿por qué no me dice?

DC: (con tono de “y esta, qué, vive en Marte, o qué”). Mire señorita, si yo le ofrezco a usted un Mercedes Benz último modelo nuevo de paquete al mismo precio que un Hyundai Accent modelo 1972, ¿cuál de los dos prefiere?

ICE: Pues el Mercedes, obvio, pero no estamos hablando de carros. ¿Cuál de los dos tipos de línea telefónica desea?

DC: (pensando “esto definitivamente lo voy a escribir”). Mire, señorita, si cuestan igual pues yo también preferiría el Mercedes.

ICE: Si señor, eso es obvio. Pero, ¿quiere la línea analógica o la digital?

DC: Señorita, pues quiero la digital, que me da un tanate de cosas que la otra no me da, y me cuesta lo mismo.

ICE: El problema es que en San Eustaquio no tenemos centrales digitales.

DC: (con las mandíbulas apretadas) Y entonces, ¿para qué frutas me la ofrece?

ICE: No, porque si usted la quiere tanto lo ponemos en lista de espera.

DC: ¿Y para cuándo más o menos calculan tener una central digital en San Eustaquio?

ICE: Supuestamente para dentro de unos tres años, pero usted sabe que las licitaciones siempre se atrasan.

DC: ¡¡¡N’hombre!!! ¿De veras? Mire, señorita, yo lo que necesito es un teléfono para cuando nazca el güila, para poder llamar al médico o al 911 en caso de alguna emergencia. El problema es que mi patrona ya está embarazada, y ni que fuera ballena para tardar tres años en parir.

ICE: Entonces, ¿prefiere la analógica?

DC: Yo diría que sí.

ICE: Bueno, aquí lo anoto. Nada más para que usted esté al tanto, ahí donde usted vive no hay pares.

DC: (con tono de vieja de patio) ¿Cóooooomo? Si viera que en la casa de a la parcita tienen gemelitas. ¿Pero qué tiene eso que ver?

ICE: No señor, en la caja de metal del ICE los cables vienen en pares, pero en este momento la caja de su calle no tiene pares.

DC: Señorita, regáleme las especificaciones del cable, y yo mañana paso por la ferretería de Chucho y le compro el par de metros.

ICE: No, don Dean, figúrese que ese cable no lo venden en la ferretería. Se tiene que esperar a que el ICE lo instale.

DC: Ah, y para dentro de cuánto, más o menos?

ICE: Como en unos seis meses, más o menos, pero estése llamándonos para ver cómo va la cuestión.

DC: Bueno, pero que no se pase de seis meses porque la doña se me estalla.


A los tres meses llamé de nuevo al ICE para averiguar cómo iba “mi bebé”.

ICE: (después de las formalidades introductorias) Si señor, regáleme su número de orden.

DC: 15183728990267543218765903456-33
ICE: Dice aquí que en San Eustaquio no hay pares, así que está para dentro de unos seis meses.

DC: Mire señorita, hace tres meses hice la solicitud y entonces me dijeron que seis meses.

ICE: Si, por eso, seis meses.

No los atraso con el resto de la conversación. Dos meses después volví a llamar y me dijeron, otra vez, que faltaban seis meses. No hubo con quien razonar. Cuando mi carajillo ya casi estaba por graduarse de la universidad (es un poco precoz, el mocoso), finalmente me avisaron que era cuestión de semanas para que vinieran a instalarme la línea. Inmediatamente me fui a comprar un modem especial para líneas analógicas. Las instrucciones decían, como punto número uno, que nunca se debía de usar ese modem con una línea digital porque se podía fundir y perdía la garantía.

Finalmente llegó el día. En el barrio hicieron fiesta; yo iba a tener el primer teléfono del barrio, aparte del público del Centro de Amigos (así se llama la pulpe de don Manolo). ¿Qué creen que pasó? Me instalaron una línea digital. ¿Y el modem? Eso mismo le pregunté al técnico que llegó a hacer las pruebas. ¿Qué creen que me respondió?

¡M’PORTA MI!

4 comentarios:

  1. Lo que sea, pero solo una magna institución como el ICE instalaría centrales en San Eustaquio del Cuento Completo. La prefiero compartida antes que privatizar mi vida! ;)

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  2. Dean: Leo este blog como lavarme los dientes: tres veces al día, para eviatr que se me llene de caries el raciocinio!

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  3. La gran diferencia entre lo que narra Fabrizzio Benedetti y lo que narro yo es que cuando él se cansó del servicio que le ofrecía Telefónica, pudo escoger otro proveedor de servicios. ¡Yo no! Ni siquiera cuando me tuvieron casi un año sin teléfono. Y todavía mis amigos me decían que tuve suerte; hay gente que lleva esperando más de tres años por un servicio telefónico.

    Y eso que no conté que cuando me fui a pasar una temporada en el extranjero y cancelé mi servicio celular, no hubo manera de que el ICE me devolviera los cochinos 12,500 colones que valía el depósito en esa época. Es decir, no sólo la empresa privada tiene esa voracidad desmedida que describe Benedetti.

    Sin embargo, concuerdo con Beto; un modelo de apertura sin desaparición del ICE sería lo mejor. Las empresas privadas forzarían al ICE a volverse más eficiente, mientras que en alguna medida la presencia del ICE contribuiría a mantener "honestas" a esas empresas privadas. No hablo de honestidad en el sentido de chorizo, sino de que no crean que se pueden bailar al consumidor así de fácil.

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  4. Francamente amigo, usted es una persona sin suerte, cuando mi madre quiso poner teléfono en su casa de san Carlos duraron 15 días tallados y porque hubo un atraso con un proveedor (2002), cuando fui a recoger el deposito de mi exlinea pospago duraron 30 minutos para darmelos y porque la sucursal estaba llena (2010).
    Me gustaría saber si alguna otra operadora le instalaría un teléfono en san eustaquio del cuento completo, ah lo olvidaba, las otras operadoras consideraron mal negocio la telefonía fija porque habría que subsidiarla con la telefonia celular como hace el ICE y por eso no instalan líneas residenciales, acuerdese de eso cuando le aumente el recibo telefónico y no culpe al ICE de la incompetencia de algunos empleados.

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